IU Arganda - 6 encierros, 6 razones en contra - ConsultaTorosYa

Durante las pasadas Fiestas de Arganda 2017 lanzamos la campaña #ConsultaTorosYa en la que exponíamos 6 razones por las que debemos replantearnos los encierros en nuestra ciudad. 6 razones, una por cada encierro, pero hay muchas más.

1. Maltrato animal

Los encierros suponen un maltrato animal (de toros, mansos y caballos), además de poner en peligro a la ciudadanía, algo contrario a ley y perseguido en otros ámbitos, como la autolesión o la eutanasia (este último con bastante más sentido y compasivo).

No creemos que en este sentido haya mucho más que abundar, ya que es algo que a día de hoy la mayoría de la sociedad tiene bastante claro. Para aquellos que se resisten a pensar que el toro sufre, dejamos aquí esta elocuente intervención de Gabriel Rufián en sede parlamentaria:

2. Un gasto desorbitado

Arganda es uno de los municipios con mayor gasto en toros, siendo a su vez una de las ciudades más endeudadas per cápita de España. Un dinero que sale del bolsillo de todos, de recortes en servicios públicos durante todo el año, que va a parar en el bolsillo del marqués de Albaserrada de turno. Si bien ha habido algún año en que se ha recortado el número de encierros, a día de hoy seguimos manteniendo el ratio de un encierro por día de fiesta.

El gasto en toros en Arganda, no se reduce a instalar la plaza o comprar toros (3.000 € aproximadamente por cada uno), además se mantienen empleados como un «ojeador» que cobra unos 4.000 € y se subvenciona la Escuela Taurina «El Juli». Poco más pudimos averiguar en la Comisión Taurina en la que participamos desde Ahora Arganda en 2015, ya que dicha comisión existe al margen del Protocolo de Funcionamiento del Ayuntamiento, sin levantar actas de sus reuniones, y manejando un presupuesto de más de 300.000 euros.

3. La plaza paraliza y parte la ciudad en 2

Arganda sufre de por sí un urbanismo caótico donde todos los caminos llevan a la plaza. Año tras año, el sentido de circulación de numerosas calles se invierte ocasionando múltiples inconvenientes para el desarrollo de la actividad normal de la ciudad y los ciudadanos, que como es lógico, no se detiene por las fiestas, mucho menos durante el periodo que comprende desde que se comienza a instalar la plaza hasta que se termina de desinstalar tras acabar las fiestas.

Tradicionalmente, los cosos se instalaban durante los festejos en las plazas, y fue precísamente la acumulación de problemas que acarreaba (costes, inseguridad, bajo aforo… ) lo que dió origen a plazas fijas que pudieran albergar apropiadamente al público sin paralizar los núcleos urbanos. De esto han pasado unos cuantos siglos, ni siquiera en esto hemos evolucionado.

4. Hay otras opciones festivas mayoritarias

Existen muchas y variadas alternativas a los toros que atraerían mayor participación y asistencia, tanto de vecinos de origen argandeño, como nuevos vecinos e incluso vecinos de otras localidades, lo que sin duda sería beneficioso para el latir cultural y económico de nuestra ciudad. Precísamente este año estamos disfrutando de algo más de variedad, lo que demuestra que #OtrasFiestasSonPosibles y los toros (y las celebraciones religiosas) no tienen porqué ser el corazón de nuestra celebración.

Muchas veces se ha roto con la tradición o se han «inventado» nuevos festejos que han pasado a ser tradicionales, como la(s) Procesión(es) de los borrachos (1930), La Tomatina, las Fiestas del agua o los recientes «Boloencierros». Multiples tradiciones poco respetuosas con los animales han ido desapareciendo en las últimas décadas y toda tradición tuvo un inicio. Nunca es tarde para reinventarse.

5. Son una «diversión» fugaz

El encierro en sí mismo, si todo va como se supone, es un acto muy breve. Y decimos si todo va como se supone, porque muchas veces los corredores tienen poca intención de que los toros llegen a toriles e intentan que el recorrido se convierta en una capea encubierta, llamando la atención del toro en sentido inverso a la plaza («¡Que se paren un poquito!»), como pudimos ver por ejemplo en el segundo encierro del lunes 4 de septiembre de 2017 (minuto 3:48 del vídeo), disuadirles de que entren en toriles o incluso que vuelvan de la plaza al recorrido, como pudimos ver el viernes 9.

En caso de que todo vaya bien, un encierro dura escasos minutos, siendo la parafernalia la que ocupa el resto de la mañana. Si lo que ofrece un encierro es la parafernalia, celebremos la parafernalia, compartamos unas gachas, tomemos un vinito y dejemos al toro en paz.

6. Tienen defensores, no sabemos si más que detractores

Si comparamos los encierros actuales con los de hace unas décadas queda meridianamente claro el descenso de público. Hace décadas muchos de los que asistían, no es que fueran aficionados, sino que símplemente asistían a «lo que había» sin plantearse demasiado sus connotaciones éticas o sus propias preferencias. Esto es lo que parece haber cambiado en los últimos años.

Si los encierros fueran algo bien acogido por los vecinos, teniendo en cuenta el considerable aumento de población de Arganda en estos años, la afluencia debería haberse visto incrementada. Parece obvio que este no es un festejo que guste, ni apoye la mayoría de los vecinos, por lo que consideramos necesaria una revisión.

Continuaremos con esta campaña para promover la decisión colectiva sobre cómo queremos celebrar. Somos conscientes de que hay más y mejores razones, abramos un debate publico y decidamos entre todos qué hacemos con nuestras fiestas.

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